O Demín: un "vecín" más de Paraxís
Noites de Fiandón
Las leyendas y viejas de historias se almacenan en los viejos escaños y trébedes de nuestros pueblos, esperando la luz del candil para ser contadas en alguna noche de invierno. León es tierra de leyendas, de cuentos, de filandón.
Desde pequeños, los niños y niñas han convivido con diferentes historias y diversos seres de fantasía (o realidad) que pueblan el imaginario rural de esta tierra.
Desde el trasgu a la vieja del monte, desde las altas cumbres de Picos de Europa a las fértiles vegas de El Bierzo, León pinta en su paisaje una rica colección de mitología y leyenda.
Lindando con Lugo, la sierra de Ancares es una de esas tierras que más se presta a custodiar célebres historias sobre la más arcaica y genuina oculta historia de León.
Tierra vieja como también lo son sus castaños y pallozas, la sierra de Ancares y sus diversos valles es un tesoro de tradición oral, un patrimonio inmaterial que debiera ser bien defendido y valorado, a la par de otros patrimonios más visibles de León.

Seres célebres de Ancares
Deberíamos incluir también a la Santa compaña, Procesión de ánimas o Bona xente, un desfile de muertos con el que es mejor no toparse en las estrechas calellas de Ancares.


Seguíriamos con el Renubeiro, ser excepcional que viene y va con las tormentas que azotan los altos de Penarrubia o Mustallar.
Y, por supuesto, completaríamos la lista con el lobishome, el hombre-lobo del noroeste que en los soutos y morteiras de Ancares aguarda a las presas.
Pero hay un personaje, un ser oscuro que es mejor dejarlo a un lado de esta lista, pues bien merece ser tratado con respeto, puesto que en realidad, no es un ser mitológico.
O Demín de Paraxís
Demo, demín… son nombres que recibe el Demonio en estos lares del noroeste en lengua galega. Es curioso el diminutivo en –ín que se le da a este ser malévolo puesto que suele indicar más bien cercanía o cariño. Y es que los ancareses han convivido durante siglos con este personaje de rabo y cuernos, y lo han tenido bien presente tanto en sus vidas como en sus rezos. Es, casi por así decirlo, un vecino más.


Repletos están los caminos de Ancares de historias de apariciones de carneiros y animales en los que “O Demo” refugiaba su espíritu para engañar y asustar a pastores y lavanderas.
En el municipio de Balboa “O Demo” tiene hasta casa y hasta él se acercan cada primer domingo de octubre decenas de devotos que quieren honrar a los Ángeles Custodios.
Se trata de la ermitina de Paraxís, diminuta aldea entre castaños y robles casi ya en la frontera con Galicia, en la cual se guardan las tallas de un ángel y un demonio.
Los vecinos de la zona no hacen diferencias a la hora de honrar a ambas tallas, puesto que tanto respeto merecen el demonio como el ángel en este recóndito lugar de la sierra de Ancares. Esto es un hecho, sin duda, un tanto excepcional en las devociones religiosas de España. Pero si se hace, es porque “O Demín”, así lo exije.

A mediados del pasado siglo ocurrió un hecho sin precedentes en Balboa ligado a esta talla de madera.
Unos rapaces del pueblo, quizás algo embriagados de augardente y vino, cogieron al pequeño demonio cuando volvían de fiesta y arropados en la oscuridad de la noche le arrojaron monte abajo. Una travesura muy cara. Se sabe que los tres hermanos tuvieron pesadillas y terroríficas visiones hasta que no volvieron a depositar a O Demín en su espacio sagrado. Además, para darle aún más misterio a esta historia real, parece ser que estos vecinos fallecieron en extrañas circunstancias años después. Existen varias versiones e interpretaciones sobre la historia allí acontecida, pero todas coinciden en algo que se resume en la primera frase del siguiente párrafo.
“Con O Demín é mellor nun metese” (Con O Demín es mejor no meterse), dice José Luis Fernández, vecino de Fuente de Oliva. Todos los oriundos de este valle saben que O Demín es un vecino más que no hace daño a nadie pero con el que es mejor guardar las distancias y mostrarle el respeto que se merece. Nadie se ha atrevido a gastarle una broma más visto lo visto.
Superstición o realidad, el caso es que Paraxís y su Demo es uno de los casos paranormales con más renombre en la comarca.
Quién sabe cuántos siglos llevará el hombre adorando esta pequeña talla de madera, sin muchos adornos, pero con una fuerza oculta que hace que ningún vecino más le haya intentado gastar una broma.
Quién sabe de donde vendría esta figura y a donde irá el día de mañana.
¿O quizás sea el lugar geográfico en sí quien ha propiciado esta curiosa exaltación del demonio?.
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