Ruta al PICO GILBO – 1.679 metros
Un orgullo para León
El Pico Gilbo ha ganado en los últimos años una espectacular fama entre el ambiente montañero de la cordillera cantábrica.
Uno de los emblemas de la montaña de Riaño y por extensión, de la montaña leonesa, se ha convertido en un continuo punto de mira cada fin de semana para centenas de personas que anualmente se arriman a este enclave leonés para trepar y surcar las crestas y canales que el Gilbo ofrece junto con un delicioso banquete de panorámicas y rincones de alta montaña.
Hasta compañías aéreas como Air Europa se han fijado en esta montaña para ponerle fondo a sus anuncios de viaje «exóticos».

En el reportaje trataremos cómo es su clásica subida, opciones y relataremos el ambiente natural que rodea esta genuina montaña riañesa.
En el siguiente vídeo puedes ver algo del espectacular entorno que te encontrarás en su subida.

Localización:
Riaño (Montaña de Riaño, Llión)
Punto de inicio y llegada: Viaducto de Riaño(1.088 mts.)
Desnivel de ascenso: 643 metros (aprox.).
Sentido de la ruta: lineal (posibilidad de circular)
Entorno: Bosque cantábrico y alta montaña.
Dificultad: Media
Tiempo: 3 horas (ida y vuelta)
Pico Gilbo, Giblo o Peña de Horcadas
No es fácil competir si eres una montaña y te encuentras en el valle de Riaño (León). Esta comarca, aunque muy dañada por la construcción del embalse del río Esla en 1987, mantiene un paisaje de alta montaña soberbio en el que se entremezclan valles, bosques cantábricos y peñas calizas en su mayoría.

Las Pintas, Llerenes, Yordas, Gilbo, Cueto Cabrón, Peña Redonda… son las blancas esculturas que cierran el valle hacia el sur, y a donde se dirigen casi todas las miradas montañeras.
El Gilbo es una de las alturas más bajas de estas peñas, pero sin embargo, desde Riaño parece inexpugnable. No lo es. Aunque parezca mentira, es una peña que puede subirse sin técnicas de escalada pero, eso si, GUARDANDO UN ESTRICTO RESPETO Y CUIDADO EN CADA PASO Y SIEMPRE EN NUESTRAS POSIBILIDADES.

Inicio: desde el viaducto, Carande o desde Horcadas
Al Gilbo se le puede atacar desde tres puntos, teniendo en cuenta que si el nivel del embalse es alto, va quedar reducido a dos: Carande y Horcadas. En la imagen inferior muestro el camino que se coge en el viaducto del pantano a la derecha (dirección León), el cual asciende, siguiendo la línea roja, primero por pista y luego por senderos ganaderos, hasta Vallarqué.
No puedo decir que acceso es más guapo o más entretenido, realmente son bastante parecidos en entorno, y los tres van a sacarnos al punto que nos interesa: Vallarqué. Esta es el punto de encuentro con la peña, con la caliza.
Todo el Gilbo está rodeado de buenos bosques atlánticos de haya, roble y hasta de pino cerca del embalse. Es por lo tanto un genial entorno en épocas del año como primavera y otoño.

Lugares como Bachende, Vallarqué, Sosa o el Collao´l Baile serán nuestros primeros acompañantes hasta la base del Gilbo, la cual tendremos que buscarla en su punto norte a través de un pequeña «portiella» que nos dará vista a la cara norte del Gilbo y la Este de Cueto Cabrón.


Contacto con la caliza
Si hemos llegado hasta este punto, el cual no nos habrá llevado más de una hora, será el momento de tener bien fría la cabeza y usar algo de técnica y orientación para ir ascendiendo poco a poco por la pared, bordeando ligeramente hacia Poniente (derecha). Hay jitos y senderos, pero conviene estudiar un poco antes esta cara.
El sendero va ir bordeando la cumbre para, tras sobrepasar un pequeño colladín, dar vista al estrecho de Bachende, Las Pintas y el valle de Anciles. Este punto es de los más imponentes de la ascensión, al existir una considerable caída en picado hacia el hayedo y el pantano que vamos a tener bajo nuestros pies.
Ahora toca torcer a la izquierda y ascender por un pequeña canalina que va ser una vía rápida para llegar a las inmediaciones de la cumbre. Esta cara del Gilbo (la Oeste) tiene varias canales, cada cual más bonita pero también trabajosa (y peligrosa). Más hacia el sur existe otra que asciende hacia la collada situada en la parte sur de la cumbre, pero para tomarla, es mejor hacerlo siguiendo el bosque de hayas que tenemos bajo nuestros pies.


Repito: ¡MUCHO CUIDADO EN CADA PASO!
Aunque la cumbre es un regalo para todos los sentidos, la vista sobre la collada Bachende y Cueto Cabrón, lugares muy cercanos a nuestra posición, es para mí uno de los mejores obsequios de esta montaña. Especialmente es la collada Bachende, un sitio glorioso.
Salimos de la estrecha canal y ya solo toca dirigirnos a la derecha, situados ya en plena arista del Gilbo. Hacia la izquierda tendríamos un pequeño sedo o pared herbosa que no recomiendo probar para descender, pero si es interesante subirnos a la cima gemela de Gilbo, desde la cual se obtienen buenas vistas del entorno por el que hemos estado ascendiendo.
Cumbre del Gilbo
La cumbre del Gilbo (y la cresta hacia el sur) va quitar el hipo a más de alguno. Es una cima estrecha que no permite mucha gente en ella, así que, cuidadín.
Desde allí arriba vamos a tener una buena panorámica hacia otras montañas circundantes como son Las Pintas (hacia el oeste), el Yordas (Noroeste), Sierra de Hormas (Norte), Tierra de la Reina – Espigüete (Este) y la Peña los Caballos (Sur). Por supuesto, bajo nosotros veremos las bonitas praderas y bosques de Carande, al abrigo de Piedralagua y Peña Redonda.
También, bajo nosotros, en ese impresionante cañón (o fiordo, como algunos lo llaman ahora), tenemos, además de una llamativa fotografía, un paisaje sumergido que nos habla de uno de los cotos trucheros más importantes de España, surcado por el río Esla (el Astura para los romanos), que en Bachende formaba una de sus maravillas naturales. También fue una maravilla Anciles, que es el valle que se cuela hacia Poniente, bajo las sombras de Las Pintas (1.987 metros de altitud) y Llerenes. Hoy en este olvidado valle tenemos una pequeña población de bisontes, además de los ya tradicionales rebecos y cabras montesas.



Opciones de descenso
Ya saciados de vistas y descansados podemos decidir como continuar la jornada.
Por un lado, podemos tomar el mismo camino de ida para descender hacia Vallarqué. Lo cual nos llevará muy poco tiempo.
Y por otro lado, si queremos algo más de adrenalina y emociones fuertes, podremos continuar la cresta que se dirige hacia el sur.
Si tomamos esta segunda opción hay que tener en cuenta que nos adentramos en uno de los tramos más expuestos y peligrosos de la ruta. Pero al mismo tiempo, más bonitos.
El objetivo va ser llegar a una pequeña horcada, ya en una cota notablemente más baja que la cumbre. Si nos hemos fijado anteriormente desde la cara Este, veremos que este collado cuenta con un arbolín semicolgado de la cresta (es un sabina).
Pues bien, en este lugar o previamente a él, tendremos que descender por pequeñas canales y chimeneas, hasta ir perdiendo la altura suficiente en la que veamos nítidamente la base Este del Gilbo, la cual ya es caminable perfectamente. Es decir, vamos a ir dejando la cumbre sobre nuestras cabezas.

En muchos de estos lugares de descenso (o de ascenso, según se prefiera) será necesario usar todas las extremidades y no arriesgar. Al mismo tiempo, exceptuando la pared que queda justo debajo de la cumbre, todo es factible para un buen «trepador».
Esta bajada por la cresta nos habrá sacado a los terrenos de Horcadas (Risosa), donde existe un refugio y también una fuente. Si queremos ir hacia Carande, debemos atravesar el Collao del Baile y descender por el bosque (hay sendero). Hacia Horcadas y Riaño hay camino bien visible y hasta algún cartel. Así que según donde queramos volver, decideremos el camino de vuelta entre las colladas y los hayedos.
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