GRAN CIRCULAR VEGACERVERA – VALPORQUERO
Los Argüellos, León
Vegacervera: puerta de las foces
Vegacervera es un pueblo bastante conocido en la provincia leonesa, su posición a la entrada de las hoces, su exquisita cecina de Chivo, su piscina fluvial y su zona recreativa hacen que sea un lugar de parada obligatoria para el viajero que sube Torío arriba hacia las Cuevas o hacia Cármenes.
Al otro lado de las murallas calizas que se alzan al norte del pueblo se encuentra Valporquero, otro pueblo emblemático de la montaña leonesa, y al que el caminante, en este caso, va a intentar llegar a través de las alturas, dejando el curso del río para la vuelta.
En esta ruta de cinco horas descubriremos la parte alta de las hoces del río Torío, uniendo la poblaciones de Vegacervera, Valporquero y Felmín en una interesante circular a través de caminos, senderos y carreteras.


La ruta

Localización:
Vegacervera (Llión)
Punto de inicio y llegada: Vegacervera (1034 mts.)
Desnivel de ascenso: 600 metros (aprox.).
Sentido de la ruta: circular
Entorno: Desfiladero calizo, robledal y puerto cantábrico
Dificultad: media
Tiempo: 5 horas
Inicio
Salimos del pueblo en dirección a Coladilla, y justo a la salida tomar una calle solitaria a la derecha que nos lleva a una pequeña explotación ganadera. De allí surge un pequeño camino, algo oculto entre las hierbas primaverales, que si no llega ser por el dueño de la granja, el que amablemente me confirmó que ese camino, efectivamente, subía hacia Valporquero, seguramente, el que escribe, no lo hubiera tomado .
Nos encontramos en los montes llamados de «Los sierros negros», denominados así, seguramente, por el color oscuro de las cuarcitas que aquí surgen, y que son paso previo a al reino de la caliza que más arriba nos espera.


En la subida hacia la collada que separa Vegacervera y Coladilla de Valporquero, vamos teniendo poco a poco una buena visión del valle y del mítico Pico Polvoreda, que nos saluda desde el Este.
En continuos zig-zags, y ya con algo de cansancio de subir tanta cuesta , llegamos a la zona donde el bosque acaba para dar paso a las camperas y a la caliza, por lo que adivinamos la cercana collada que nos dará paso hacia Valporquero.

La Collada
A cerca de 1.500 metros de altitud, dejamos atrás la ardua subida que hemos realizado por la vertiente sur de esta sierra para alcanzar la cota máxima de la jornada, punto en el que comenzaremos una segunda etapa en un entorno más alpino, más cantábrico.
Atravesamos el vallado que delimita a los pueblos y nos adentramos, ya, en terrenos de Valporquero, pueblo que vemos ya al fondo a la derecha, a la vez que nos fijamos en su largo y alto valle que asciende hasta la collada Formigoso. Hacia el norte aparecen también viejos conocidos como el Fontún (o Pico de La Majada, como el dueño de un restaurante del pueblo de Fontún me comentó que lo denominaban en la parte de Gete y Getino, es decir, la del Torío ) y La Morala hacia el Este.


Descenso a Valporquero
Descendemos hacia el valle a través del senderín, que a pesar de no ser muy amplio, y que muchas veces no ha dado confianza al caminante, nos ha sacado con éxito al primer objetivo.
Valporquero de Torío se encuentra «tendido» en la ladera oeste del río, casi sobre las mismas hoces. Es, por lo tanto, un pueblo de altura, situado aproximadamente a unos 1.400 metros. Pero no es su altura la que da fama a la localidad, si no sus famosas cuevas, quizás las más singulares e importantes del norte de España, a las que cada fin de semana, centenares de visitantes llegan.
Pasamos por la zona de acceso a las cuevas, donde varios autocares hoy se dan cita en ella, llenos de escolares que juegan sin percatarse de un caminante que surge de repente de entre el monte y comienza a pisar asfalto a través de la carretera. Carretera que, en desgracia para sus botas, no abandonará hasta Vegacervera.
Una cerveza en Valporquero, donde existen varios restaurantes, me sirve para tomar las fuerzas pertinentes para afrontar una de las etapas más duras de esta ruta, la bajada a Felmín, es decir otros 400 y pico metros de desnivel a través de interminables curvas. Las vistas hacia el valle de Tabanedo y Rodillazo, y hacia los guapos hayedos de Valporquero, compensarán esta bajada por asfalto.




Tras media hora de bajada, llegamos a Felmín, hermoso pueblo y afamado coto de pesca del Torío.
Aquí confluyen las aguas que bajan de Valporquero y las que bajan de Tabanedo y Rodillazo. Y aquí comienzan las Hoces de nuevo, que sin duda nos van a venir de maravilla para refugiarnos un poco del Sol que no deja de golpear al caminante.
Atravesando las Hoces
La entrada a las hoces de Vegacervera es siempre emocionante, las verticales paredes que suben hacia las nubes, el nítido río que, entre curva y curva, va deslizándose entre pozos y corrientes donde la trucha y la nutria juegan al ratón y al gato, no dejan indiferente a nadie. Y andando, con todo el tiempo del mundo, hace que me fije más en detalles y disfrute de las múltiples sensaciones, que sin duda alguna, en coche no disfrutaría.
La Hoces es un enclave natural magnífico, y junto con las cercanas hoces de Valdeteja, en el río Curueño, aportan un reclamo turístico mayúsculo para la montaña central leonesa. Aunque, como ya me hemos dicho antes, no están lo suficientemente dinamizadas y dadas a conocer al resto del mundo.
Tras pasar el Calero y el pozo del infierno, y los tres puentes que comunican a Cármenes con Vegacervera. llegamos al final de los hoces, donde el cielo ya se abre un poco y nos permite ver de nuevo a la vegetación de ribera y robledal en el monte que nos predice la cercanía de Vegacervera.




En breve, me voy despidiendo del Torío, que me ha acompañado a mi lado en toda esta segunda etapa de la ruta, y de sus truchas, que cada poco he visto saltar, cebarse y nadar en los profundos y tranquilos pozos que se han formado tras muchos milenios de erosión producida por estas aguas. Aguas que parecen venir de las fuentes del Dios céltico «Thor», allá subido en los altos de Piedrafita y Canseco.

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