La gran huella glaciar del Porma |
Las fuentes del Porma, enclavadas en el término municipal de Puebla de Lillo (País Leonés), requieren de tiempo y conocimiento para disfrutar y entender el valioso, instructivo y sorprendente paisaje que recorren las aguas de este truchero río leonés desde el Puerto de Las Señales hasta San Isidro por un lado, y desde la sierra de Remelende hasta la entrada norte de Puebla de Lillo por otro.
Todo ello se configura como una gran pizarra en el que tenemos escrito una impecable lección de geografía, geología y ecología muy dispuesta a ser tratada con teoría y práctica.
En poco espacio, se encuentran reunidas huellas glaciares y de la última glaciación que se pueden ir descubriendo entre los caminos que unen los pueblos de Cofiñal, Isoba y San Isidro.
Conocidos por el gran público son los lagos de Ausente e Isoba, siendo el primero uno de los más bellos de la cordillera cantábrica. Toda la sierra que separa el Alto Porma con el concejo asturiano de Caso, está repleta de lagos y lagunas, por lo que es normal encontrarse en época de deshielo con una región semi-lacustre, llena de llamargos y llagos en los que se remojan rebecos y fauna menuda.
La huella glaciar también se hace patente en el modelado de los valles, en forma de U, por donde se extienden varios bloques erráticos, movidos por las lenguas glaciares, causantes también de depósitos de morrenas que son visibles cerca del pueblo de Isoba.
Y por último, una reliquia de las últimas glaciaciones sigue fuerte en la cabecera del Porma, el cual no es otro que el Pinar de Pino Silvestre (Pinar de Lillo) que lleva milenios asentado bajo las laderas del Pico del Lago y Remelende, entremezclado con hayas y abedules, creando un ecosistema casi único en la cordillera cantábrica, ya que es el único gran pinar autóctono de esta, tesoro de un pasado más frío que el presente.
En la siguiente ruta se puede recorrer parte de esta historia geológica y al mismo tiempo disfrutar de otros placeres naturales como el agua impoluta que se remansa en numerosas pozas o del frescor y color de abedulares y hayedos, repletos de magia los días de cierzo.
Tres valles para caminar y descubrir en tres horas |
Tres o cuatro horas, depende la velocidad a la que se mueva tu zapatilla. Son aproximadamente 13 kms. sin grandes desniveles (todo cambia si está nevado, porque aquí NIEVA MUCHO). Pero lo importante es que en esta ruta circular, la cual es Pequeño Recorrido del Parque Regional de la Montaña de Riaño y Mampodre, vamos a internarnos por diferentes escenarios, cada uno de ellos con su propia personalidad pero finalmente todos unidos y sentados alrededor de una montaña omnipresente que rodearemos con su permiso: la Peña San Justo (1.955 metros), todo un coloso del alto Porma.
Lo mejor de esta ruta El río de Isoba encajonado en EntrevadosEl lago de IsobaLos Forfogones del PormaLa parte alta del Valle de Pinzón |
Inicio en Isoba, pueblo de alta montaña |
Como apartado del mundo, Isoba tiene para él todo un extenso valle de praderías, abundantes regueros y dos gigantescas barreras montañosas que hacen que sea pueblo imán para los amantes de las rutas, las montañas y el bienestar. De hecho, solo hay que ver los establecimientos hosteleros, los cuales tanto en temporada de nieve como de verano, gozan de gran afluencia (sobretodo los días de nube en Asturias…) de público.
Isoba es pueblo moderno. Destruido prácticamente en la guerra civil, la mayoría de sus casas fueron construidas a mediados del pasado siglo y también a finales, pues cuenta con camping y nuevas casas, generalmente derivadas del turismo de nieve y de muchos asturianos quienes, como digo, huyen de las casi permanentes nubes de transasturia.
Por eso en Isoba no encontraremos buenos ejemplos de arquitectura tradicional. Sin embargo, el paisaje lo compensa todo (amén del archiconocido restaurante). En invierno, este paisaje de alta montaña se ve acrecentado por el color blanco, inmenso, omnipresente.
La ruta comienza cercana a la ladera de solana, bajo las cuestas de la peña San Justo, la cual iremos bordeando al cabo de la ruta.
El primer tramo es de fondo de valle: pasto, viejos caminos, paredones y el rumor continuo del río naciente en Cebolledo y San Isidro al que iremos acercándonos.
Lago de Isoba
Durante esta placentera bajada a la foz de Entrevados es recomendable, o al menos, yo lo aconsejo, subirnos hasta el Lago de Isoba por un pequeño sendero que parte al pasar un puente de madera (bajo el cual hay unos pozos de alta exquisitez para el baño veraniego).
Si no lo conocéis será un buen momento para hacerlo, y así de paso también podréis contemplar el modelado glaciar de Isoba desde las alturas. No es llevará más de 25 minutos subir y bajar.
Aunque este lago no es tan profundo como el vecino AUSENTE, si vamos al atardecer o a primera hora de la mañana, el cantar de las ranas y las nieblas cantábricas nos pueden deparar sensaciones muy reconfortantes.
En poco tiempo nos sumergimos en el estrecho de entrevados. Un vado, un «vao» es un paso fluvial, un sitio donde poder pasar a la otra orilla sin muchos problemas. Nos encaminamos por lo tanto a esa tierra intermedia en la que no podremos cambiar hacia la ladera norte, cubierta de abedules, lleras, peñas y en su parte más altiva, culminada por las peñas de los Niales (Nial significa nido en asturllionés) y el Runción.
Este tramo es muy guapo (en general todo esta ruta está llena de encantos naturales y disfrutones). Al fondo se divisan los faedos de Tronisco bajo las cumbres de Mampodre. Pero no debemos olvidar lo que se esconde unos metros más abajo de nuestra posiciones.
El río de Isoba lleva ya metros y metros formando espectaculares saltos de agua con fervientes pozas. Y en el tramo anterior a la fuente de la Jerumbrosa (nombre asturllionés con tinte oriental dervidado de ferruño), un senderín se descuega del camino principal para que podemos visitar el pozo de la leña. Tremendo lugar.
Los Forfogones |
Salimos de las estrecheces de Entrevados y lo hacemos a lo grande entrando en las buenas vegas que se extienden al norte del pueblín de Cofiñal. El agua, que abunda incluso en épocas de sequía, verdea los prados aledaños al río que hemos ido acompañando desde Isoba y que, aquí, va a unirse al recién nacido Porma, el cual toca acompañar.
Las laderas de este nuevo valle denotan calidad forestal, la cual no tardaremos en disfrutar.
El camino ahora gira al norte, dejando el río a mano derecha, mientras ascendemos preparados para conocer los secretos que este río guarda entre la fresca vegetación de abedules, humeros y salgueras.
Son los Forfogones, una sucesión de pequeños saltos de agua y pozas de venerable tamaño que el río ha ido moldeando con el tiempo. Tanto en época de baño como en invierno, estos parajes son siempre puntos de interés turístico imprescindibles.
Sin embargo, para el senderista aficionado a la botánica, lo mejor está por llegar. Un poco más al norte de estos sitios fluviales se encuentra el límite del famoso Pinar de Lillo.
Aunque la ruta no entra en este venerable bosque (es necesario un permiso administrativo para hacerlo), si se puede observar de cerca como los pinos silvestres toman ahora el mando del monte. Un monte que aquí empieza y no acabará hasta el Puerto de Las Señales.
Se ha comprobado que este pinar es de los mayores de su especie en la cordillera cantábrica y de manera natural, autóctona. Es una tremenda huella del pasado, un pasado bastante diferente a la realidad actual, de intensos fríos, hielos perpetuos y plagado de especies más típicas de regiones eurosiberianas que mediterráneas. El urogallo, que también mordisquea los acebos del pinar de Lillo, es otro de estos fósiles vivientes.
El gran valle: Pinzón |
Salimos del entorno fluvial para virar ahora hacia el oeste, siempre en las faldas de la Peña San Justo, la cual nos va mostrar su fresca cara norte, regada frecuentemente por la niebla cantábrica que traspasa la línea de montañas que separa León de Asturias.
Y esa niebla es un factor muy importante, pues acondiciona un valle donde el bosque se hace fuerte, el verdor intenso y la temperatura desciende algunos grados. Es muy visible esa diferencia marcada por el sol y la niebla en apenas tres o cuatro kilómetros entre el norte y el sur de Cofiñal.
El valle de Pinzón es un ejemplo de valle cantábrico. Cuenta con abeseo (zona de umbría) y solana. En la primera se extiende un gran hayedo que asciende hacia las peñas calizas de San Justo (esta montaña se compone de caliza y cuarcita simultáneamente). En la segunda, más soleada, urces y monte de haya y abedul dan lugar a pastizales en su parte baja y pequeñas laguninas en su parte más alta, lindante con el parque natural de Redes.
Existe senda para traspasar al VALLE DE ABLANOSA desde Pinzón, partiendo de la parte más alta de este valle, una ruta muy apasionante si se cuenta con un medio para volver desde el pueblo de Tarna.

Pinzón en su cabecera. La niebla asturiana refresca toda la parte alta de este magnífico valle leonés.
Corzos, venados, lobos y aves rapaces pueblan Pinzón, refugiándose en las múltiples vallinas que la cara norte de San Justo alberga.
De vuelta a Isoba |
Pinzón se abandona con cierta pena (y un poco de cuesta) para entrar en las turberas y llamargos que lo separan del valle donde se asienta Isoba, nuestro punto de inicio y llegada. Es también este terreno interesante para la observación de fauna y flora de alta montaña.
Las panorámicas justo antes de descender hacia el pueblo se convierten siempre en buenas fotografías. En frente queda toda la sierra donde se asienta el lago Ausente, bajo los picos de Requexines y Ausente. Más a nuestra derecha se eleva hacia el cielo el Torres, señor de San Isidro.
Hola! La ruta está señalizada? Gracias
Hola Ar! Perdona por la tardanza en contestar. Si, lo está ! 😉