Otoño con sello de calidad
El territorio de León es un paisaje de ensueño cuando el otoño viene con fuerza, es decir, con las cantidades precisas de sol, agua y frío.
A León suelen llegar en estas fechas otoñales las tradicionales borrascas atlánticas, que al descargar sobre las cumbres cantábricas, muchas veces ya en forma de nieve, alimentan los miles de regueiros y fervenzas que se esparcen desde Ancares hasta Valdión.

El paisaje recobra la vida que el verano levemente le apagó. El monte parece volver a una segunda primavera y decenas de frutos salpican soutos, sebes y campos.
El otoño leonés está lleno de contrastes. Quizás sea su altitud y la especial forma de facer fríu, lo que dota al otoño leonés de unos tonos que no se ven tan frecuentemente en otras regiones del noroeste, con cotas más bajas y temperaturas más suaves.

Cuando nun xiela en demasía, la fueya tarda en caer, especialmente en robles, fayas y castañales, y se forma un perfecto mosaico muchas veces agraciado con nieve en altura, verdes veigas y multicromáticos bosques en la mitad de la montaña.
Qué decir de esas largas hileras de chopos que recorren de norte a sur la provincia… es pura poesía, regalo para los ojos.
O los faedos de la montaña de Riaño y Picos de Europa, que van pasando por naranjas y marrones hasta que el invierno pone punto y final al espectáculo de color que especialmente se da las dos primeras semanas de noviembre y la última de
octubre.
En este pequeño reportaje te muestro tres lugares o espacios naturales de la provincia de León donde el otoño es especialmente bello e intenso. Como siempre digo, podría haber mil lugares así, pero es cada uno quien tiene que salir a buscar su otoño preferido, que nunca es igual, pero que siempre mantiene esa esencia de vida y muerte, de transición, bella transición.

Otoño en Geras de Gordón
Cualquier rincón del valle del río Casares (Gordón) es espectacular en otoño. Caminar por los senderos de Geras o Cabornera en noviembre es entrar en un cuento de magia. Y si, aquí hay trasgos y cuélebres entre las fayas.
No te pierdas la Senda del Celorio entre Geras y Paradilla, un balcón de lujo sobre toda la margen boscosa del valle. Y si lo que quieres es un baño de bosque, la Boyariza te espera.
No te olvides de caminar en silencio y no alterar nada del medio.



Otoño en Omaña
Formada por tantos valles como días tiene el año, esta bella y bastante desconocida comarca leonesa tiene un otoño de 10.
Desde el Tambarón hasta la ribera del Luna, Omaña despliega su otoño con sus frondosos robledales y sus dorados abedulares, únicos en España.
Surcar el Valle Gordo, o los caminos entre Senra, Sabugo y Villabandín, es una delicia.
No te pierdas las numerosas fervenzas de Vivero y Los Bayos. El Sil se gesta también en ellas.




Otoño en Toreno y Xistréu
Las altas campas de xánzana, fasga y xistra recopilan el agua que descienden hacia el Sil y el Boeza por los valles de Salentinos, Primout, Urdiales o Noceda.
Quizás un rincón que sorprenderá a más de uno es que tiene Toreno con sus pueblos de Librán y Pardamaza.
Por estas caleyas anda el oso en búsqueda de mirúendanos y castañas. Y el plantígrado se detiene a veces sobre las colladas de la sierra para ver con qué brutal belleza se intercalan pinos, abedules y capudres en estos recónditos valles.
No te pierdas la ruta de las Fuentes de Noceda del Bierzo o los caminos entre Librán, Pardamaza y Primout.
Además, al ladín de Toreno está la fácil senda que conduce a la cascada de los Zancayones.




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